viernes, 27 de enero de 2012

La Matanza by Filo 1º Premio III Certamen Prosa Luis Chamizo



La Matanza by Filo 1º Premio III Certamen Prosa Luis Chamizo

LA MATANZA

Aquella tarde, si alguien pasaba por el Altozanillo, no jacía falta pasar al rente de la casa del tío Luis y la tía Isabel pa saber qu´al día siguiente tendrían día de matanceo, y era asina, porque ya de lejus, jedía a cebolla, a ajo machacaos y hasta a tripa de vaca... , y no era d´extrañar porque y´había preparau tía Isabel un buen tiestau de cebolla que reposaba picá con sal, en´un baño de barro alvidriao, pa que se quebrantara y estuviera en condiciones pa jacer las morcillas de vientre.

Menuo tute s´habían pegao dambos a dos y tía Julia con ellos, porque otra cosa no sería la tía Julia, pero afaná... ¡¡como naide!! Ella estaba dispuesta a jechar una manu a cualquiera que le jiciera falta, y a más, con mucha aveliá, asina se pasó ella desde que el día raceó, ayuando y desaballando to lo que jiciera falta....

Na más entrar en la casa, en el mesmo zaguan, estaba ya la artesa con patata ya cocía y estrujá por la máquina toa borucá con el pimientón qu´había comprao la tía Isabel antiel anca Raimundo, estaba to amontonau con su color coloraíno esperandu pa remuarse en caracas.

De parte tarde, estaban alreaor de la camilla el cuñao Miguel y el tío Pedro, el padre de tía Isabel, pincandu las migas que servirían p´almorzá el día siguiente. Al tío Pedro to se le volvía coger la badila y jechar firmas al brasero diciendu que n´había manera de entrar en calor, tía Isabel al ver como decía su padre que tenía frio le dijo: Padre, no es normal que esté arrecío, si tengo un brasero que jecha p´atrás, ¿no será que está cojiendu alguna cancamurria y por eso está entelerío? Seguro hija, la decía, porque llevo to el día amormao y no estoy católico....¡¡Pues estamos bien, padre!! Si se pone Vd. malenco, a ver quien lo empalestra too mañana, que no habemos otro matanchin.

Pero tío Pedro se bebió un betujerío que le preparó tía Julia y una pastilla de okal y se desatortojó de su claca, y asina, na de cascarrioso, jechándole reaños al lisque, se espetó a la puerta del parador de su hija bien tempranu, preparau pa jacer tos los oficios que jicieran falta, el día no tenía mu buena pinta, soplaba una buena ventista que dejaba los cuerpos con tiritona... pero él iba mu abrigau; un poco más, y se pone el enjalmo la burra, y es que su mujer le había dejau bien claritu que no quería dolaimas, que viera lo qu´ hacía pero el tiempo no estaba como p´echarselu a broma, y era verdad ya que se guipaban los jastiales nortizus repletus de carámbano y los tejaus se veían blanco de la pelona qu´había caío endinante... Por esu, cuando llegó el hermano del tío Luis, venía echándose el alientu sobre las manos, que salía como si fuera jumo, diciendu: ¡¡Vaya un día perru y malu que vamos a tener...!! Como no se arregle, el sol me paíce que nó lo vamos a catar...Y es que el cielo no eran marañas lo que tenían, si no grandes nubarrones preparaus pa que en cualquier momentu sorprenderles con algún charpazu...

Un ratu endispués llegaron los que faltaban....¡¡Buenos días!! Si a estu se le pué llamar buenos... Y al ver la puerta atrancá no faltó el comentario: ¿Qué os paice la broma? decía el tragaldaba subiéndose el cuello de la pelliza queriendo que le llegara hasta las orejas... ¿Aónde se ha vistu que los invitaus lleguen antes qu´el que convía?... Pero en el inte sonó como se corría el cerrojo p´abrir la puerta....

Amus compadre qu´esto no son maneras.... mia que tenernus a la intemperie con el lisque que corre....

Que desajeraitu eres, seguro que no has jechu na más llegar porque jace mu poquino que m´asomao a la ventana y no he guipao racear a naide, porque asina aonde lo veis h´estao toa la noche de margullo, na más pensandu en el día que m´esperaba.

Endispues de quitarse los tabardos y tomarse su copina de aguardiente agilaron pa la zahurda en cata del guarro.... el pobre animal estaba arrutao ajeno a lo que se le venía encima, pero tos a una se tiraron a rematajina sobre el guarro y entre qu´unos le trincaron por las orejas y otro por el rabo , dejaron al animal acorralau casi sin poerse defender entre gruñíos y forcegueos... Asina, casi a rastra, agilaron con él hasta la mesa matancera y allí pasó lo que tenía que pasar… El largo alfaje llegó hasta el corazón y en pocos minutos estaba el animal achantao, mientras qu´una de las mujeres movía la sangre que caía a un barreño... To esto pasaba entre mirás clisaitas, que no perdían un detalle de la escena, porque allí estaba la sopista de la Isabelita y el caporal de Martín, qu´esa mañana no hubo que llamarles para que se levantaran, ellos solitos se presentaron a guisopear to lo qu´allí pasaba, tomándose el día de fiesta sin ir a la escuela, y aunque les daban algún remetijón y les jucheaban pa que no se pusieran guimiendo con las pavesas que formaban los escobones ardiendo, ellos, allí seguían, aunque estaban enteleríos.

Mientras, el guarro yacía en la mesa matancera con las patas p´arriba ya churramuscao y la jienda del cuchillo tapá ya que le habían jecho una buena jabarría., la tía Julia había preparau un caldero de migas y, ¡¡qué ricas la habían salio!!; no en vano s´había dao una jartá de moverlas, que las tenía mareás. Allí, alreor del caldero estaba to el personal, no s´escapaba el caldero, no, estaban tos como alanos, cuchará viene y cuchará va, entrevolando un ajito asao o una aceituna maltratá, sin olviar la bota llena de pitarra que no la dejaban descansar, Y es que p´eso estaba el cuñao que decía: Trae p´acá el pelleju que mientras hay dos, la bota no tié qu´estar quieta.

Tío Luis al guipar tos los que s´habían juntao decía: Pero si esto ya mesmo lo acabamos...

Pero ya mesmo no, porque el chorizo y alguna caraca fue coser y cantar, ya que no dieron problema, pero cuando llegó la hora de llenar la patatera...¡¡vaya talandango!! La joia, embozaba ca triqui traque la máquina y aquello no se acababa nunca, y pa colmo, la qu´armaron los mondejos… ¡¡aquello sí que iba mal!! aparte de que no pasaba, rompía las tripas, era un desbarajuste... La tía Isabel estaba caldeá y con grandes ajuncos de que veía el mal resultao y viendo que quien había preparau los apañus de los mondejos había sio su marío, fué com´un rejilete p´aonde estaba el tío Luis y tirándole de la chambra con arrapíos le decía: Eres un amoragón y un roatruco que no jaces na medianamente, mira la qu´has liau con las prisas, to por no picar en condiciones los huesos, ¿ves? ¡te crees que por correr se adelanta más, y aquí lo tiene....!

Quien jacía honor a su mote era su vecino, el morralón, que puestu alreor de la chosca no dejaba d´asar en las brasas buenas presas de carne y manguillo que se le oía decontino ñascar, tenía lo mesmo de rajamanta que de biznago, por eso, dado a su talla, no se vio libre de ir colgando en la enramá to lo que l´iban jaciendo.

Asina, entre ratus de caldeo y otros de buena caraba el tío Luis y la tía Isabel juntaron buena carrefila de colgaeros que les serviría p´apañar la comía de mucho tiempu.

martes, 24 de enero de 2012

RELATOS CORTOS

LA PROMESA




Con el lisque tempranero, agilaba tío José a patacajones en su burra dispuestu á carpantear sus tierras posias. Tó los días se encaminaba por las bocacalles d'ajuera, asina evitaba racear las que estaban a tentebonete, dicía qu'a la burra la lucía cagarse en tó lo recién barrío y aluego, él se las tenía que ver con rabúas mujeres con grandes caldeos, enforruscás al guipar sus puertas emporcás con rechiflantes cagajones.

Pero la necesiá le jizo recular p'atrás, y al llegar a su puerta s´apeó de la burra, ató el cabresto a una argolla del jastial y entró con mucho sigilo, directo pa las cantaeras en busca de la fusca que quería…aprovechó el morral con la boruca que colgaba por un lau de la albarda y sin titubeos, lo que jizu jué metelu en el inte, aluego aspiró jondu ufano porque l´había conseguío sin que la tía Petra lo barruntara.

Tía Petra, desde el doblao, guipó a tío José e'nún cancho encaramándose a la burra y l'espetó:



- ¡¡Maríu!! ¿Qu´ha sío lo que se t´alviau qu´has güeltu p´atrá?

Cuandu tío José miró p´arriba y vió a su mujer pensó pa sus adentros:"Por cuantu se l´había d´haber escapau. Mira que es larga la joía mujer".Sabía qu´algo tenía que dicil.

- ¡¡Pó ná de importancia mujer…quéate tranquila!!



Y agiló de nuevu calle abajo pa la jesilla.

En ná que llegó, despojó al jumento de la albarda y tos los aparejos, y los colocó al cobijo d´un chufardo qu' había jecho al socuello de dos chaparros. Al ver a su chufletero vecino de linde agazapaíno tras un peñasco, to acurrucau y con una estaca en la mano, le dijo:



- ¡¡Pero Bartolo..!! ¿qué jaces asina, con esa tranca y en ese escondiche?

- ¡¡Cállate joer!! Que me lo espantas, qu´endinante he visto racear a un coneju y he guipao como se metía detrás de esas machorras.

- Asina que le tienes echáu el oju a un coneju desde lo lejus…¡¡No séas ceporro rediez!! Qu' ahí, aonde estás, no va a venir. Asina que espabila, que paices tú el animal asustao endetrás de la jurranchera….

- ¡¡Serás cascarrioso!! Agila aonde l´has visto racear y si quieres te jeche una manu y t´ayúe en jacer el trabaju, tendrá que ser bien pagau, y que menus que partir el coneju, una mitad pa cá uno, ya sabes el tratu. Esu, o te deju solitu, asina asustau.

- José, José, ¡joío polalma! No me vengas con envidia y ojerizas que si lo sé no te cuentu.

- Bartolo, ¡¡coile!! no creas que soy tan reveníu, sólo era una sanjuaná. Aunque una cosa te voy a dicir: asina, detrás y con un palu, me paice a mí vas a cazar tú mu pocu. Asina que ten allá ese sacu, y amus p´allá, y si vemus una madriguera pué ser que jaya algo, pero como furaco no haiga, te digo yo a ti, que eso que has visto racear a saber p´aónde habrá ío a parar.

Endispués había que verles a d´ambos dos agilar en carrefila, dando tranquillones con gran tolondogo, sin apenas respirar p´aonde estaba la machorra. El costal lo llevaba el Bartolo con la boca bien espampaná, empalestrándolo pa ponerlo en la jienda de la jurranchera. Endispués al llegar al sitiu dambos dos se quearon plantaos como bocatiesto al ver que allí no había ningún furaco, ni grande ni chicu, to lo que apaeció fue un delavón, que al notar ruío endilgó la juía arrastrándose y anaína si se mete en tós los pezuños del Bartolo. Menu mal que sólo le tocó de raspajilón y en el inte cogió tío José un peñascu y del chamcharazu que le jarreó le dejú con el bandul changurriao.

Pero tío José, que era mu guasón, en el caminu de güelta, en carrefila tras el Bartolo, cogió unas retamas qu'había por allí y l'atizó de refilón los zancajos, y empezó a gritar:¡¡velequile, velaile va!!

El Bartolo se puso colorao y con ajuncos, y en el inte, como un abanto, se tiró de bruce abrazándose con jansia al escobón que l´ había tirau a sus carcañales deseoso de que no se escapara el coneju. Endispués del chasco que se llevó, y al ver la broma que l´había gastau, se queó clisaito mirandu a tío José cabreau y dando arrapios.

Tío José, asina riendu decía:



- ¡Po no que m'estaba ya relamiendo ese arroz tan güeno con guiso de tu coneju! Asina que visto lo visto, jarreemos con los achiperres y empezaremus a lo que jemo veníu; a ver si achiscamos ya esto. La carpanta tardó poco en empalestrarse, y la sopista la burra no jacía gurrifatos con la besana. Asina pasaron dos horas, lo justito pa darse un merecío alivio. Por eso encabestró la burra al chaparro que aguantaba el chufardo, y se fue mu contentu, como un rasilete hacia el morral, a por lo que cogió endinantes de las cantaera: su paquete de picaúra. Tío José estaba enarbolaíto por jumarse un cigarrillo. Aunque con güena intenciones, la noche de ante, había prometió a su mujer que iba a dejar de jumar, y no veas lo chispoleta que se puso ella…

Pero algo falló cuando fue a echar mano al chisquero y vió que no estaba: "¡la madre de los acereones, que no traigo lumbre!! Y se espetó pa'onde estaba el Bartolo pa que le diera lumbre, el cual le mentó que el no jumaba y que no solía llevar. Asina que tío José se tuvo que retrancar, y al llegar, se llevó un sobresalto al ver la mocha la burra toa metía en el morral comiéndose la boruca, con la picaúra dentro. Por más que cogió carrenderilla por ver si conseguía salvarlu, no puo ser.



- ¡¡Ay que joerse!! Que destrosu…¿y ajora que jagu? Lo que ha liao la burra de los cojones…..Toitu está perdiu,…aunque bien mirau me está bien empleau, seguro qu´ha siu castigo de Dios por´haber síu tan malu.

Los ánimos de tío Jose s' arrengaron y cavilando pa sus adentros decía: “Algo bueno me tiene que enseñar tó esto a mí, y será, que si algo prometu, es de honrao no andar con trapacerías,…Mientras tanto, la carpanta seguía jincándose en la tierra. Anaína, la noche empezó a racear y mezuquear por las jesillas.